Los antiguos empastes de amalgama eran restauraciones que daban servicio durante muchos años gracias a que los efectos corrosivos de los metales resultan tóxicos para las bacterias. Sin embargo, están compuestos por una aleación de distintos metales, entre ellos el mercurio, además que es necesario desgastar estructura sana del diente para generar la suficiente retención y así poder colocarlas, debilitando las estructuras dentales de alrededor, aumentando el riesgo de fisuras o hasta fracturas.

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